Tras la descomposición del poder carolingio en el siglo IX, el
territorio oriental de la Marca Hispánica se organizó en pequeños condados. El
dominio de los reyes francos sobre estos condados catalanes fue más duradero
que en Aragón y Pamplona.
A finales del siglo IX, Wifredo el Velloso, conde de Barcelona,
incorporó otros condados catalanes a sus dominios (Besalú, Cerdeña, Pallars,
Urgel…) , convirtió en hereditarios sus derechos y obtuvo el vasallaje de la mayoría
de los restantes condados catalanes.
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